25 de noviembre de 2014

El templo de San Miguel Arcángel - San Miguel de Abona Parte II

     Durante las prelaturas de los obispos de Canarias Antonio Tavira (1791-1796) y de Manuel Verdugo (1796-1816) se produjo la renovación de ciertos distritos parroquiales con el fin de difundir el nuevo espíritu de Las Luces, ya que en ese tiempo existió una preocupación mayor por legitimar la presencia de la Iglesia en entornos que poseían un elevado número de habitantes y por garantizar la administración de los sacramentos en su seno.

     Los cambios de Las Luces sobre la planificación territorial de España tuvieron un desarrollo desigual en muchas regiones del país. Tales medidas guardan relación con una nueva forma de entender el espacio habitable y ciertas explotaciones que dependían de sus moradores, quienes empezaron a valorar la ordenación del entorno como un claro símbolo de riqueza. En el sur de Tenerife conviene recordar que en ocasiones la creación de una parroquia originó cambios en el emplazamiento del núcleo poblacional en que se inserta. 

     A finales de la centuria Tavira y Verdugo mostraron interés por renovar a fondo el plan parroquial de la diócesis, por lo que recogiendo precedentes inacabados de obispos anteriores como Juan Bautista Servera o Antonio Martínez de la Plaza y emprendieron una meritoria actividad en varias islas que han valorado con acierto completos trabajos de investigación. En ellas crearían nuevas circunscripciones y elevaron al rango de parroquia ermitas de pagos o localidades que contaban con cierta autonomía y un elevado número de habitantes. 

Antonio Tavira Almazán.
Su fama de hombre innovador le ha servido para que muchos estudiosos de su obra aseguren que su reflexión pastoral y teológica está a la altura del Siglo de las Luces, y de que llegó a intuir algunas de las reformas que, dos siglos más tarde, se contenían en el Concilio Vaticano II.
Sin embargo, el progresismo de Tavira le originó problemas en muchas ocasiones. Así ocurrió cuando se enfrentó a la Inquisición por entender que invadía competencias episcopales y no compartir la rigidez de su estructura.

     Los vecinos transformaron ermitas primitivas en parroquias o levantaron de nuevo para así responder al cometido que les había sido impuesto. A ese hecho debemos unir la poca incidencia de los grandes proyectos arquitectónicos que se concebían en el norte de Tenerife (ejemplificado en las parroquias mayores de La Orotava y La Laguna), según los cuales estas construcciones o sus reformas reproducían en la cabecera y presbiterio el esquema organizativo de coro-tabernáculo. Éste era útil para resaltar las funciones sacramentales como referente de la piedad de corte ilustrado pues, como es bien sabido, en ella se dan condiciones que recuperan principios de la Iglesia primitiva e inquietudes afines a la espiritualidad jansenista. De ahí que sin atender a esos principios las nuevas parroquias canarias (y las tinerfeñas en particular) adoptaran en sus presbiterios estructuras y tabernáculos que respondían a los alicientes de un culto racional, intelectualizante y de claro matiz reformista.

Parroquia de San Pedro Apóstol
(Vilaflor de Chasna)
De ella se desmiembra la parroquia de San Miguel Arcángel
   


     Entre 1795 y 1796 el obispo Tavira crea parroquias en el sur de la isla: San Antonio Abad en Arona, San Joaquín en Fasnia, San Juan Degollado en Arafo y San Miguel Arcángel en San Miguel de Abona. Es el 19 de Marzo de 1796, día de San José, el sacerdote leía durante la celebración de una misa en la ermita el mandato del obispo de Canarias de la creación de la parroquia.

     Los motivos que explican esta circunstancia son diversos, aunque no está de más recordar que quedaban emplazadas en ámbitos rurales, muy secundarios y sin un entorno favorable para las mismas por la escasa instrucción de su feligresía. Sus fábricas eran entonces sencillas ermitas que necesitaban de ampliaciones o de una reconstrucción más compleja para responder con garantía al uso parroquial, aunque a la larga dichas medidas resultaron complejas por los fondos disponibles para ello y por las dificultades que ocasionaba la dotación de sus inmuebles con ornamentos, vasos sagrados y demás bienes para el culto. La conflictividad con los beneficios que los acogieron bajo su jurisdicción hasta entonces (San Pedro de Guímar, San Pedro de Vilaflor y San Juan Bautista de Arico) en la que los pueblos afectados protagonizarían un enfrentamiento para reivindicar sus intereses o para mantener los privilegios adquiridos a través de la cobranza de diezmos, el verdadero sostén de su economía en un periodo de crisis generalizada. Todo ello demuestra la dificultad que traía consigo regular los límites jurisdiccionales y definir una buena reestructuración de las parroquias, problemas frecuentes para el obispo Tavira. 

    Los mandatos que este prelado (Tavira) dictó al crear las parroquias del sur de la isla alcanzaron una repercusión notable en la época, puesto que con ellos intentaba difundir la espiritualidad ilustrada y modificar el comportamiento habitual de los fieles. Además de insistir en aspectos clave como la doctrina cristiana y el precepto dominical, alude a los escándalos públicos y al perjuicio creado por supersticiones y curanderas, quienes -explica- provocaban un grave daño en este país. Menciona también aspectos de la nueva organización parroquial y la necesidad de cumplirlos eficazmente para un buen funcionamiento (elaboración de padrones, convocatoria de fiestas y corrección en los registros sacramentales). Sin embargo, revisten importancia los últimos mandatos (números 13 y 14), aquellos en que refiere la creación de dos cofradías o instituciones piadosas: la de Misericordia y la del Santísimo Sacramento. Ambas ejercerían una finalidad distinta y pudieron satisfacer las necesidades religioso-asistenciales que tanto preocupaban al clero ilustrado.

      La cofradía de la Misericordia tenía como finalidad enterrar los muertos y velar a los hermanos por turno, contando para ese cometido con una organización adecuada de sus integrantes y con los utensilios necesarios (un cajón separado a la manera que lo tienen otras de esta naturaleza). Le concede autorización para pedir limosnas en los pueblos y proporcionar así todos los socorros y alivios a los pobres gravemente enfermos, especialmente a aquellos que se hallen destituidos del humano socorro. Mayor interés adquiere el mandato referido a las confraternidades sacramentales: ha de haber otra hermandad con el título del Santísimo Sacramento, cuyo objeto ha de ser el culto del Señor Sacramentado en todas las funciones que haya manifiesto en la parroquia, usando de sus opas encarnadas del mismo modo que la hay en todas las parroquias de este obispado, encargándoles no se excedan en el gasto de cera, teniendo entendido que no se da más culto al Señor por el mayor número de luces, en lo que esperamos del celo del Venerable párroco los contenga [...]
   
Estandarte de la Hermandad del Santísimo
(San Miguel de Abona)
   Los documentos conocidos prueba que esta decisión de Tavira tuvo un temprano cumplimiento en las parroquias instituidas por él, en San Miguel de Abona existió el primer intento de fundar la corporación eucarística en 1796, aunque no fue constituida de un modo definitivo hasta 1826 y su aprobación data de 1840, ello no impide que existan documentos alusivos a su actividad en fechas anteriores.
    En carta escrita al obispo Tavira, el 10 de marzo, días antes que se produjera la segregación de la parroquia, los vecinos de San Miguel expresaban el deseo de instituir su confraternidad sin mayor dilación, antes incluso que se produjera la consagración de su ermita como parroquia independiente. En nombre de los fieles José Francisco Pérez pide licencia para establecer dos cofradías distintas, las del Santísimo y la de la Inmaculada, devoción mariana con éxito entre el vecindario desde mucho antes. La premura de la solicitud venía dada por su deseo de concurrir en cuerpo el día que se coloque el Santísimo Sacramento, para lo que están prontos a costear hachas. Sin embargo, el prelado deniega la solicitud argumentando que lo vinculado a las cofradías ya quedó expuesto en los mandatos de la nueva parroquia. Ese hecho demuestra que otrogaba una importancia semejante a las confraternidades del Santísimo y a las de Misericordia. Pese a ello permite que entre tanto puedan asistir el día de la colocación con hachas todos los fieles que quieran.

Fuente: II Jornadas de Historia del Sur de Tenerife

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