27 de mayo de 2013

D. BASILIO DELGADO Y RODRÍGUEZ (1837-1904)

   Basilio Delgado y Rodríguez, uno de los numerosos sacerdotes nacidos en San Miguel de Abona en el siglo XIX. Nació en el pueblo de San Miguel de Abona el día 3 de marzo de 1837, siendo hijo de don Agustín Delgado García, natural de dicho lugar, y de doña María Antonia Rodríguez y Rodríguez, que lo era del de Arona. Tres días después fue bautizado en la iglesia del Arcángel San Miguel por el cura párroco don Francisco Guzmán y Cáceres; se le puso por nombre “Basilio Antonio” y actuó como padrino su tío materno don Manuel Rodríguez.

   Don Basilio aprendió las primeras letras en su pueblo natal y, tras descubrir que su verdadera vocación era la eclesiástica, decidió seguir sus estudios en el Seminario Conciliar de Las Palmas de Gran Canaria. En los exámenes celebrados en el Instituto Provincial de Canarias, con sede en La Laguna, entre los días 3 y 8 de junio de 1861, “D. Basilio Delgado y Rodriguez natural de San Miguel en esta Isla” concluyó los estudios de Filosofía, obteniendo la calificación de “notablemente aprovechado” en “la difícil cuanto interesante asignatura de Física y Química". El 16 de ese mismo mes, dichos estudios se le convalidaron por el Seminario Conciliar de Las Palmas de Gran Canaria. Ese mismo año, se presentó a los tres ejercicios que se requerían para obtener el grado de Bachiller en Artes, resultando aprobado.
 Una vez concluidos sus estudios de Filosofía, el mismo año recibió la Prima Tonsura clerical y las Órdenes Menores en la capilla del palacio episcopal de Las Palmas de Gran Canaria, de manos de Fray Joaquín Lluch y Garriga, obispo de la Diócesis de Canarias y administrador apostólico de la Diócesis de Tenerife.
 Como nuestro biografiado no poseía ninguna capellanía, el 24 de diciembre de 1861 su madre, doña María Antonia Rodríguez, por entonces viuda de don Agustín Delgado García y vecina de San Miguel, constituyó un patronato vitalicio a su favor, según escritura otorgada en la Villa de La Orotava. El 27 de diciembre de 1861 don Basilio registró dicha escritura en la oficina del Registro de hipotecas del Partido de La Orotava.
  El 20 de enero de 1862 se inició la tramitación del expediente para que dicha finca se erigiese “en bienes quasi espirituales” y se declarasen, en su virtud, los rendimientos de la misma como congrua suficiente que sirviese de título de ordenación para don Basilio, que por entonces se hallaba de alumno interno en el Seminario Conciliar de la Diócesis de Canaria, constituyendo así un Patrimonio vitalicio a su favor, con lo que ya podría ascender a las sagradas órdenes a que aspiraba.
  El 25 de febrero del mismo año, Don Jerónimo Mora y Hernández, párroco de San Miguel, aceptó y obedeció el mandato y dispuso que ese mismo día declarasen en su presencia, y la del notario público, tres testigos y dos de oficio; todos ellos, vecinos de dicha localidad, ratificaron de forma unánime lo que se pedía, afirmando además que “tanto en este pueblo como en los demas de la isla mucha falta de eclesiásticos” y que don Basilio tenía “una excelente conducta y grande amor al estado eclesiástico, tan asi que se halla estudiando la moral Teológica en el Seminario de la Gran Canaria, dando grandes esperanzas de ser útil á la Santa Iglesia y al desempeño del sagrado ministerio” y que “no se halla filiado en cuerpo alguno militar”. Tras oír a los testigos, en esa misma fecha el cura párroco dio por buenas sus declaraciones y remitió las diligencias al gobernador eclesiástico.
    Tras obtener el título de su patrimonio vitalicio, nuestro biografiado continuó cursando en el Seminario de Las Palmas de Gran Canaria los estudios de Teología, materia en la que alcanzó enseguida unos importantes conocimientos, por lo que obtuvo en ella el título de Bachiller.
 Así, una vez que se le consideró perfectamente preparado, fue recibiendo sucesivamente las órdenes mayores: el Subdiaconado el sábado 14 de junio de 1862,
el Diaconado el 20 de diciembre del mismo año y, finalmente, el Presbiterado el sábado 21 de marzo de 1863, cuando acababa de cumplir los 26 años de edad. Todas esas sagradas órdenes le fueron conferidas por el mencionado obispo Lluch y Garriga en la capilla de su palacio episcopal de la capital grancanaria.
  Una vez concluida su carrera el nuevo sacerdote regresó a Tenerife, celebrando la
primera misa en la parroquia de San Miguel Arcángel de su pueblo natal, donde permanecería algunos meses desarrollando sus licencias de celebrar, confesar y predicar, en colaboración con el cura propio de ella don Jerónimo Mora y Hernández.
   El 18 de julio de ese mismo año 1863 recibió su primer nombramiento, el de cura
ecónomo de la iglesia parroquial de San Fernando en la Villa de Santiago del Teide, que se hallaba vacante. En dicha parroquia desarrolló el Bachiller Delgado una fructífera labor durante más de nueve años, en los que tuvo que atender
una amplia y dispersa jurisdicción.
   Don Basilio cesó al frente de la parroquia de San Fernando a mediados de octubre de
1872, pues el 15 de dicho mes había sido nombrado para servir el primer beneficio de la parroquia de San Marcos en Icod de los Vinos.
 Tomó posesión inmediatamente de la importante parroquia norteña, en concepto de
cura ecónomo, y pocos meses después se le nombró arcipreste del distrito de Icod, cargo con el que ya figuraba el 10 de julio de 1873 y en el que permaneció durante más de 26 años. En ese tiempo estuvo incluido como elector de la jurisdicción de Icod, en concepto de capacidad como párroco, como ya figuraba en septiembre de 1877.
   Cuando se convocaron oposiciones para cubrir en propiedad los curatos vacantes en la Diócesis, entre los que se encontraba el de Icod, don Basilio concurrió a las mismas, pronunciando con brillantez los discursos literarios de las diversas materias que le tocaron en suerte, dando pruebas de su gran saber e ilustración eclesiástica. De este modo, el 17 de septiembre de 1878 tomó posesión en propiedad de la iglesia parroquial matriz de San Marcos Evangelista de Icod, que regentaba desde hacía seis años, y del Arciprestazgo de dicho Partido, cargos que desempeñaría casi hasta su muerte.
 El 15 de octubre de ese mismo año 1878 se le concedió licencia para bendecir la
capilla del cementerio de dicha Villa, construida gracias a su iniciativa. También en su época de párroco, el templo de San Marcos fue objeto de una importante reforma, pues se levantaron de nuevo desde sus cimientos los muros de la parte del naciente, que dan a la hoy plaza de Lorenzo-Cáceres.
 En octubre de 1886, don Basilio fue uno de los párrocos que, en su nombre y en el de
sus feligreses, pidieron la Coronación Canónica de la Virgen de Candelaria. El 23 de abril 1887 figuraba como Bachiller y “Párroco propio del Evangelista San Marcos de Icod y arcipreste del partido”.
 En el mes de octubre de 1889 fue nombrado cura castrense del Arciprestazgo de Icod
 El 27 de octubre de 1897, La Opinión informaba de su labor en la mejora del santuario
de Santa Bárbara, copiado de La Voz Icodense: «En la semana última y con motivo de celebrarse la festividad de Santa Bárbara, fué bendecido solemnemente el santuario que en la jurisdicción de esta Villa existe bajo la advocación de dicha santa y el cual ha sido transformado por completo aumentándolo en una tercera parte más de su extensión con lo que queda ahora capaz y suficiente para él número de fieles que acuden á él. Enviamos nuestra enhorabuena al digno y celoso párroco D. Basilio Delgado y Rodríguez que tanto se desvive por el esplendor del culto.
 Desde 1877 hasta 1903, don Basilio colaboró con frecuencia en la prensa, siempre en
defensa del Catolicismo y de su Patria tinerfeña, por lo que fue acusado de retrógrado por la prensa republicana, con la que llegó a sostener agrias polémicas.
Fue colaborador de: El Gólgota, Boletín Oficial Eclesiástico del Obispado de Tenerife, La Opinión y, sobre todo, La Voz Icodense, del que fue redactor.
 Nuestro biografiado no pudo evitar una enorme polémica, que durante más de un año se vivió intensamente en la prensa tinerfeña, sobre la propiedad de la capilla u oratorio de San Felipe Neri que se veneraba en Icod, pues convencido que era propiedad de la parroquia y con el apoyo de varios vecinos, en 1896 inició un pleito al denunciar en el Juzgado, al cambiar éste la cerradura y hacer un inventario de los objetos de culto que existían en ella, una vez que se le había dado posesión de dicho oratorio por el Juzgado del Partido. A pesar de que la sentencia fue favorable al mencionado propietario, las polémicas periodísticas fueron muy intensas, sobre todo entre 1899 y 1900, atacándose con dureza a don Basilio por los partidarios de aquel, en especial desde Unión Conservadora.

 Viendo llegada su última hora, el Bachiller don Basilio Antonio Delgado y Rodríguez otorgó testamento ante el notario público de Icod de los Vinos poco antes de perder sus facultades mentales. Y el 15 de marzo de 1904 a las cinco de la mañana, fallecía en su domicilio de la calle de San Sebastián, cuando acababa de cumplir los 67 años de edad no había recibido la Extremaunción a consecuencia de su estado mental.
 Al día siguiente recibió sepultura en el cementerio público de Icod, asistiendo al sepelio un inmenso gentío, además de numerosos sacerdotes, representaciones sociales y todas las autorices civiles y militares de la localidad, lo que puso de manifiesto el gran aprecio que se había granjeado en dicha villa en los más de 31 años de intensa labor de apostolado, donde todavía se le recuerda como uno de los mejores párrocos que por allí han pasado.
   También constituyó su muerte un duro golpe para sus familiares y amigos de San Miguel, pues no ocultó nunca el gran amor que sentía por su pueblo natal, que visitaba con frecuencia.

El Blog de Octavio Rodríguez Delgado

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