26 de noviembre de 2012

¿Creemos en Jesús o en la muela y el buey?

Del libro tan delicioso del Papa sobre la infancia de Jesús, muchos se han quedado con la anécdota de que no consta en los Evangelios que junto al Niño Jesús hubiera una mula y un buey. Y el Papa explica perfectamente que es una tradición que arranca de Isaías, y que tiene más fondo teológico que de hecho histórico. Fueron algunos evangelios apócrifos (no aprobados por la Iglesia), como el llamado de Mateo, los que introdujeron este dato bucólico, y con el tiempo San Francisco de Asís, al montar el primer Belén de la historia colocó al Niño en un pesebre con mula y buey. Y de ahí hasta nuestro días.
Pero me llama la atención que seamos a veces tan cerriles que parece que nuestra fe está fundamentada en unos animales, más que en Jesucristo. Y que la aclaración de Benedicto XVI haya suscitado algunos titulares de pena, como estos: “El buey y la mula en el paro”, “El Papa desmonta el Belén”, “Nos han quitado la mula y el buey”, “La mula y el buey desahuciados del Belén”, “El buey y la mula impostores en el Belén”, “La mula y el buey no dicen ni mú”…. Y hasta ahí llega la cultura religiosa de algunos periodistas. Alguien más benévolo, titula: “Los obispos absuelven a la mula y el buey”.
Pero seguro que la inmensa mayoría no se han leído el libro, y para nada les importa lo que realmente celebramos en Navidad. Hasta se oyen gritos: ¡Nos van a quitar la fe”, o “Diga el Papa lo que diga en mi Belén habrá mula y buey”. Esta es la cultura “teológica” de parte de nuestro querido pueblo. ¡De pena!Bueno es recordar un poco la historia de la mano de una experta. La profesora de Historia del Arte de la Universidad CEU San Pablo, Sirga de la Pisa, recuerda que "Los Evangelios son breves al narrar la realidad histórica del nacimiento de Jesús, por lo que la tradición añade información que complementa desde un punto de vista humano el momento del nacimiento del Niño en Belén".
 
Así, señala que "el buey y la mula están mencionados en el Evangelio Apócrifo del Pseudomateo, texto no considerado canónico por la Iglesia, escrito en el siglo VII por un autor desconocido". Lo relaciona con la profecía de Isaías (1, 3) ‘el buey reconoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo: pero Israel no me reconoce, y mi pueblo no entiende mi voz´. Alude así al humilde y pobre nacimiento del Hijo de Dios ignorado por casi todos.
La profesora de la Pisa recuerda que los textos apócrifos "no pretenden ser históricos sino que atienden la curiosidad popular que quería conocer la vida cotidiana de la Sagrada Familia en todos sus detalles. Son por lo tanto una fuente fundamental para el arte cristiano y de hecho determinan la imagen que todos tenemos en nuestra mente del Nacimiento de Jesús de Nazaret".
 
 
Además el buey y la mula según una "interpretación sencilla y humana" darían calor al pobre lugar donde tuvo lugar el alumbramiento de María. "En algunas pinturas incluso se puede ver el vaho de la respiración de los animales colocados cerca del Niño", añade.
 
 
De la Pisa señala que "en el arte posterior al Concilio de Trento (1545-1563) se intenta evitar los detalles procedentes de los apócrifos por considerarse no fidedignos aunque la tradición continuó demandando esta información hasta hoy en día".
 
 
Además del caso del buey y la mula, la profesora de Historia del Arte de la Universidad CEU San Pablo recuerda que el número de los magos de Oriente presenta la misma situación en cuanto a su origen. "Los Evangelios no mencionan cuántos eran por lo que en la iconografía aporta diferentes versiones hasta que se asocia con el número de regalos que si están mencionados en la Biblia. El oro, incienso y mirra determinan finalmente cuantos magos visitaron al Niño en Belén y aluden respectivamente a la realeza de Cristo, a su divinidad y a su muerte en la Cruz, ya que la mirra se usaba para embalsamar. Son ejemplos de la función del arte cristiano que nos muestran a Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios hecho hombre".
 
 
En los belenes seguirán colocándose junto a la Sagrada Familia los animalitos por lo que tienen de interpretación bíblica que parte de Isaías, y por pura tradición popular. En nuestros belenes tradicionales se incorporan elementos extraños, como es el río que nunca existió en Belén. O costumbres populares ajenas al lugar de nacimiento de Cristo. En mi ciudad de Murcia se reproducen pueblos y lugares, y hasta la torre de la Catedral, junto al Portal. Y no pasa nada. Lo importante es el Niño Jesús que hace dos mil años nació en el pueblecito de Belén, y que María y José lo cuidaron como el mayor de los tesoros, y lo mostraron para que lo adorara las sencillas gentes del pueblo, que al llegar al portal, o cueva, tal vez no se fijaron si había mula o buey, pero sí se quedaron prendados de aquel Niño que un día redimiría a la humanidad, y dignificaría el papel de los animales entrando en Jerusalén sobre un borriquillo.
En definitiva, mi fe está en Jesucristo, no en la mula y el buey. Lean, por favor, el libro de Benedicto XVI, y no politicen algo tan divino. Es mejor rezar y cantar un villancico.
Juan García Inza

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