6 de septiembre de 2012

El Cristo de mi cabecera.

"La imagen del Cristo Crucificado que durante todo este verano me ha velado desde la cabecera, es muy sencillo a la vez que hermoso. Por las noches, como me enseñó mi madre, me arrodillaba en el piso y poniendo mis manos unidas sobre la cama, le rezaba unas oraciones antes de dormir; y por las mañanas, en cuanto encendía la luz de una lámpara, lo primero que hacía era mirarle y agradecerle el día que empezaba. Le veía allí, colgado en la pared, trenzado con palmitos, silencioso y humillado. No es más que una imagen, me decía, pero representa lo más impresionante y lo más bello que ha ocurrido en la historia del hombre, por eso le venero con profunda devoción. En las mañanas oscuras, la tenue y débil luz de la lámpara, proyectaba algunas espectaculares sombras sobre el Cristo, entonces descubría, siempre con sorpresa, que no tenía rostro; desde la corona de espinas hasta el cuello, solo caen una cuantas líneas verticales casi imperceptibles. Y pensé que no tenía rostro para que yo le pusiera uno, el que más me gustara. Lo podía imaginar sufriente o sereno; con ojos cerrados en actitud de resignación o con ojos abiertos y suplicantes; con mirada perdida o penetrante; gritando: ‘Dios mío, ¿por qué me has abandonado?, o expirando y entregando su espíritu al Padre Eterno. En una de estas mañanas, que fue de las últimas que desperté viendo las suaves y cautivantes luces y sombras que entretejían la imagen de mi Cristo de cabecera durante el verano, decidí ofrecerle un rostro. Transcurrió la mañana y la tarde y no se me ocurrió ninguno. Ya por la noche me arrodillé frente al Cristo poniendo mis manos sobre la cama, cerré los ojos por un momento y después elevé la mirada y volví a descubrirlo silencioso y atento. Como un murmullo suave y melodioso que fluctuaba en toda la habitación y se adentraba en mi corazón, unas palabras dulces inundaron el silencio sin apagarlo e iluminaron la noche sin apresurarla: ‘No busques más: mi verdadero rostro es el del Amor’." Rvdo. Edgar Noé Herrera

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